Luis Vargas Torres
septiembre 20, 2018La Flauta Mágica – Mozart
octubre 17, 2018
- Adora al Gran Arquitecto del Universo.
- Ama a tu prójimo.
- Haz el bien, y deja hablar a los hombres.
- El verdadero culto a Dios consiste en las buenas costumbres.
- Haz el bien, por el amor al bien mismo.
- Conserva tu alma pura; que pueda presentarse a toda hora delante de Dios, libre de todo reproche.
- Ama a los buenos, compadece a los débiles, huye de los malvados, mas no odies a nadie.
- Háblale respetuosamente a los grandes, prudentemente a tus iguales, sinceramente a tus amigos, y con ternura a los pobres.
- No adules jamás a tu hermano, porque es una traición; y si tu hermano te adula, desconfía que te corrompa.
- Escucha siempre la voz de tu conciencia.
- Sé el padre de los pobres. Cada suspiro que tu dureza les arranque, será una maldición que caerá sobre tu cabeza.
- Respeta al extranjero y al viajero, porque su posición les hace sagrados para ti. Cuando a tu vez seas extranjero, no abuses de esa circunstancia pretendiendo mayores consideraciones que las de la justicia.
- Evita las disputas y prevén los insultos, poniendo la razón de por medio.
- Respeta a las mujeres. Jamás abuses de su debilidad, y muere antes que deshonrarlas.
- Si el Gran Arquitecto del Universo te da un hijo, dale gracias; pero tiembla por el depósito que te confía, porque en lo sucesivo, tú serás para ese niño la imagen de la Divinidad. Haz que hasta los diez años te tema; hasta los veinte, te ame; y hasta la muerte te respete. Hasta los diez años, sé su maestro; hasta los veinte, su padre; y hasta la muerte, su amigo. Enséñale ante todo buenos principios; y después, bellas maneras. Que te deba una doctrina esclarecida, mejor que una frívola elegancia. Que sea mejor un hombre honrado, que un hombre hábil.
- Lee y aprovecha; ve e imita; reflexiona y trabaja. Y que todo redunde en beneficio de tus hermanos, para tu propia utilidad.
- Sé siempre contento para todo, con todo y de todo.
- Jamás juzgues ligeramente las acciones de los hombres. Perdónalas y no las condenes. El Gran Arquitecto del Universo es el que sondea nuestros corazones. Es él, sólo, quien puede apreciar su obra.