En la escuadra del lector
El camino del héroe, Hiram Gallardo, 2017
Hace ya más de un año que llegó a mis manos El camino del héroe de Hiram Gallardo (Casa de la Cultura Ecuatoriana, Colección Casa Nueva, 2017). Con certeza no es una obra para lectura ligera: cuatro docenas de capítulos, diversos personajes, todo un mundo nuevo por conocer, del cual apenas se describe una ínfima parte… y un breve prólogo de mil años.
El lector puede llegar a sentirse tan agobiado como el joven Davian tratando de equilibrar su tiempo entre los estudios mágicos, las responsabilidades palaciegas, correrías por los callejones de Urkint, dos o tres peleas incluidas, y la incipiente llama, que consume pero no quema, del primer amor. Básicamente, las mismas inquietudes de cualquier adolescente actual.
¿Palacios? ¿Magia? ¿Adolescentes? Y a eso agréguenle un poco de ambiente medieval, algunas intrigas, misterios y guerra con un enemigo poderoso, despiadado y traicionero. Es de suponer que todo eso ya lo han visto o leído en otra parte. Wilson Flores Herrera, en la reseña de la contraportada del libro, ya nos advierte la proximidad narrativa de Hiram con Martin, Rowling o Tolkien. Y podría haber añadido a Le Guin y Abercombie. Hay que entender que el proceso creativo nunca parte del vacío, siempre se apoya en lo anterior. La genialidad creativa consiste, precisamente, en decir algo nuevo con elementos ya conocidos. Y la ficción épica siempre será un terreno fértil para explotar la imaginación.
Plasmar en forma concreta parte del genio creativo no es una labor fácil. Cuántas obras maestras se han perdido ante el terrible paradigma de la hoja o el lienzo en blanco. Soy de la opinión de que todos llevamos dentro la chispa generadora, pero que son pocos los que pueden verterla en una forma específica. A estos pocos los llamamos artistas. Entre los artistas, son aún menos los que abarcan el arte de forma extensa, los que impresionan hasta lo sublime, y a aquellos los llamamos genios.
Hiram tiene una variada sensibilidad artística: es músico de formación, ávido lector, según me ha referido su padre, y escritor de vocación, como nos demuestra con esta, su opera prima. No me extrañaría estar asistiendo, en algunos años, a su primera exhibición plástica, fotográfica o cinematográfica. No puedo estar seguro de que será considerado un genio, pero tiene tiempo de sobra para llegar a serlo. Hiram «está todavía en la veintena, como los hobbits llamaban a los irresponsables veinte años que median entre los trece y los treinta y tres».
Lectura interesante, amena y necesaria. No escapará al lector asiduo que la historia está truncada, que hay muchos hilos que cerrar. El autor ha ofrecido una saga, aunque desconozco su extensión. Es probable que ni el propio Hiram lo sepa todavía. Pero podemos estar seguros que pronto llegará a nuestras manos el segundo tomo, cuando el camino torne en viaje.
Fabián Yánez Romero, C.·. M.·.